Algunas reflexiones sobre la vida y los instantes eternos

Algunas veces, en esos momentos de nostalgia, buscamos la forma más fácil rellenar el inconmensurable espacio de una ausencia. Nos apresuramos en hallar respuestas, las cuales no siempre son las acertadas, ante la premura del tiempo. Si nos tomáramos algunos minutos más de la cuenta, tal vez pudiéramos dejarnos sorprender por la filosofía de las horas, en esas historias sobre los errores y aciertos de los seres humanos en situaciones de desesperación.

Un segundo puede cambiar el curso de las cosas, escuchamos decir un viejo amigo de jornadas radiofónicas. No importa cuán duro sea el camino, lo importante es seguir distinguiendo la línea entre lo coherente y lo moralmente perdurable. Y mientras mantengamos la cordura, podríamos permitirnos una que otra locura inofensiva de vez en cuando.

Esos momentos en donde logras disfrutar de lo que realmente haces sin que sea importante el resto de las cosas. Por supuesto que pasa. Tarde o temprano caemos en la zona de confort y el proceso se vuelve rutinario. Lo peor es que nos damos cuenta. Lo peor es que nos damos cuenta, ralentizando la frase junto al inmenso humo de la pipa. Nos encerramos en la casa e intentamos escribir el siguiente texto para un blog que muy pocas veces es concurrido.

No te olvides de vivir, nos dice también otra parte de la mente, que nos impulsa a salir y seguir buscando aventuras. Una fotografía de los días felices o de una luna llena capturada por el smartphone no es lo mismo a las capturas de la mente. Aunque la fotografía atesore el momento, la fecha, la hora, el sentimiento no es el mismo a verdaderamente vivirlo, en una mágica presencia. Claro, hoy en día están los vehículos que prácticamente te prohíben quedarte en el medio de la calle asfaltada para poder mirar a las estrellas. Las bocinas vociferantes te avisan que estás muy grandecito para seguir observando al cielo pero debes tener la fuerza suficiente como para seguir desafiando a los que salieron tarde para ir al trabajo.

De eso se trata, trasgredir las circunstancias en un contexto que hoy pasa por la desmemoria y lo superfluo. Te calmas y expresas al que solo se trata de un instante eterno, de un momento que no puede afectar a nadie e invitas a los demás a formar parte del espectáculo. Luego aparece tu amigo guitarrista y comienza a gestarse la verdadera fiesta. Lastimosamente, el bus no se detiene y no podemos tocar algunas canciones para viajar gratis. Malditos aprovechadores. Las risas retrospectivas son marcas imborrables de una vida que siente, piensa y se solidifica a plenitud, en base al tesoro mágico de la amistad y el amor.

No hay una fórmula contundente o un conjuro propio de la alquimia y las artes medievales que puedan explicarnos todo lo que acontece en la vida. Kundera decía que la vida es un bosquejo y el guión se va escribiendo conforme a nuestras actitudes, aptitudes, alegrías, tristezas y decepciones. Pero muchos pensamos que hay un guión preestablecido, que va descubriéndose a cada paso del camino. Cuando el libro se va escribiendo, las subdivisiones en capítulos van nuevamente fragmentándose en párrafos, conteniendo palabras que buscan una ilación de la historia más que secuencial, inherente y hasta consciente a la vida misma. La racionalidad y los sentimientos se establecen en base a juicios de equilibrio, en una justa medida. Sin embargo, muchas veces comenzamos a volar y olvidamos que tierra posee su carga adicional. Queremos ser leves pero finalmente entendemos que también rehuimos de las responsabilidades. El temor a crecer. Todo un capítulo aparte. Si besar a una persona querida supuso un motivo más para el aprendizaje como ser humano, la otra parte te indica que ese beso es un paso hacia un sentimiento mucho más profundo, vinculado a algo más allá de lo físico. Allí aparece el amor. El amor.

El recuerdo de unos abrazos de magnitudes infinitas. La calidez del aliento en un suave vaivén de los labios unidos. La combustión generada a partir del contacto apasionado y acalorado de dos cuerpos. Las miradas presas de una complicidad tan aparente pero tácitas. ¿Alguna vez te enamoraste y nunca lo olvidaste? ¿Lograste que los siguientes besos dados sean iguales al primer beso? Dentro del ámbito de las posibilidades e imposibilidades, ¿conseguiste que tu vida sea una historia digna de ser contada? Comenzaste un viaje hacia las letras y no creo que pares hasta encontrarte, hasta llegar a las huellas que iniciaste en un primer paso, como un eterno retorno.

Seguramente muchos estarán pensando: ¿qué pasa por tu cabeza mientras escribes esto? Sencillamente buscamos que se detengan por un segundo y empiecen a hacer el recuento de los días y las noches. Hayas leído un buen libro o hayas hecho “colear” o planear una pandorga. Si jugaste un partido de fútbol inolvidable aunque no hayas hecho un gol. Si sonreíste mientras un amigo o alguien especial logró sacarte de un trago amargo. Si buscaste un refugio en los compañeros habituales de diversión, como “los perros”. Si entendiste que la realidad también puede ser un hermoso sueño, por más que aparezcan los días malos. Eso se llama no perder el tiempo. Proust hablaba del tiempo perdido y la búsqueda incesante hacia una infinita felicidad. No hay tiempo perdido si supimos vivir. Todo tiempo, en todas sus conjugaciones, puede ser el mejor. Esto no es solo literal. Amor.

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