La Diferencia entre Vos y Yo

lugar en sombras

La diferencia entre vos y yo radica en que siempre trato de rehuir de lo práctico; cada beso tuyo yo lo siento como un viaje de dimensiones comparables a la dosis de una anestesia, o de un vaivén incomunicable en mis horas de somnolencia; mientras tanto, vos te dejás ir, practicando la agonía inevitable de morir a cada contacto, a cada premura, a cada corrosión del impacto.

Me gustás porque no sos de las que se conforman con el intercambio de alientos, y nada más, aunque a veces también lo veas así. Siempre buscás la manera de ingresar a mis divagaciones, en remilgos y a regañadientes.

La otra diferencia es tu sentido del deber. Hacés las cosas con cada gesto predecible, sin sorpresas, sin angustias, como tienen que ser. En cambio, yo las dejo rondar sin rumbo fijo, resignado por el intento fallido de haberlas querido juntar alguna vez. No hay mucho de ambos que nos signifiquen, sin embargo, de tanto opus terminamos por construir una perfecta reciprocidad.

Nos vamos pegando y despegando, como piezas perdidas e inconclusas, esparcidas en cada rincón de la casa o en el armario o accidentalmente en el hule de una bolsa de basura rupestre. Al fin y al cabo, terminamos por encontrarnos, y se me viene la precisa métrica del bruseliano – argentino sobre andar sin buscarse y andar para encontrarse. No todo estaba perdido.

Una diferencia grande (y odio entrar en este tópico) es mi manera de amarte; con el tiempo fui aprendiendo que nadie puede dimensionar la magnitud del amor de alguien hacia algo o hacia sí o hacia alguien. Uno concluye que el “hacia” es ir siempre en pos de un tiempo que se nos escapa o se nos ensombrece o se nos apaga. El problema es que voy hacia vos siempre, y nunca termino por alcanzarte. Subyugado a la idea de poseerte en más de miles de instantes eternos, me inclino siempre hacia sensiblerías evidentes. Otras veces no. A veces opto por aferrarme a dogmatismos propios de ortodoxias exasperantes, y es allí en donde terminás por alejarte.

No somos el uno para el otro, pero cuando dejamos hablar a nuestras dualidades, llegamos a respirar en un mismo universo. Lo sé. Es pretender mucho. Es estructurar el sentimiento y reacomodar falsas expectativas. Es entablar cronologías y medirte en cada mirada, en cada gesto imborrable del rictus de tu boca apoyando la taza de café, el multiforme rito de expandir tus cabellos hacia la estática  gravedad de una terrestre nada, la soledad de tus manos atolondradas y saber que te pareces a mí en cada torpeza, en cada manía de amores y nostalgias.

Me detengo en ese tópico siempre, porque sabré que no puedo hacerlo pasar por alto. Es lo que nos diferencia. Me dejo morir por estas palabras que te buscan y saben que no te llegarán, mientras vos te parás y me mirás de frente, sabiendo que el roce de tu piel me redimirá. Ausente de la memoria y el olvido, cada palabra tuya me llega, a pesar de lo poco suntuoso, poco complejo y tristemente sensible. Pero me basta saber que una mirada tuya puede devastar a mis delirios, a mis razonamientos e inferencias. Vales más por la sencillez perenne, que por el circunloquio que pierde el camino. La brújula la llevás siempre por ser solamente vos, mientras yo te sigo buscando; y esa es la diferencia entre vos y yo.

31.08.2014

2 respuestas a “La Diferencia entre Vos y Yo

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